Obra: Iglesia de Santa Sofía o de la Divina Sabiduría (Hagia Sofía)
Tipo: Arquitectura
Estilo: Bizantino
Época: Siglo VI, 532-537. Justiniano
Lugar: Constantinopla, actual Turquía
Autor: Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto
1. Contexto
Histórico
Santa Sofía se construyó entre los años 532 y 537,
inmediatamente después de la destrucción de la primitiva basílica
constantiniana debido a un incendio que brotó durante la llamada Insurrección
de Nika, durante el reinado de Justiniano, en el periodo conocido como
"Primera Edad de Oro".
La época de Justiniano, de impetuosa vida política,
conquistas militares y reformas administrativas, vino acompañada también, por
una intensa actividad constructora. Es la primera época dorada del arte
bizantino, la más brillante, aunque no la más innovadora, debido a su
carácter transitorio relacionado con el anterior periodo, de la cual se
conservan una valiosa serie monumental ubicada en Constantinopla y Ravena,
capital de la época.
Santa Sofía es una iglesia palatina construida junto al
palacio imperial y como el emperador quería realizar una construcción
eminentemente grandiosa con el fin de manifestar así su poder, mandó
llamar a dos ingenieros especializados en construcciones militares porque se consideraba
que así podría ejecutarse una obra con más innovaciones técnicas que si la
dirigiese un arquitecto. Estos ingenieros fueron Isidoro de Mileto y Artemio de
Tralles. Trabajaron en este edificio más de diez mil obreros y sabemos, que
prácticamente todas las provincias del Imperio enviaron sus materiales más
preciados para la decoración de esta iglesia. El elemento más grandioso es su
gran cúpula, pero se hundió en torno al 550 y tuvo que ser reconstruida entre
los años 558 y 562. Fue utilizada como iglesia cristiana durante casi mil años,
desde su construcción hasta la conquista de Constantinopla por los turcos en
1453. Los otomanos la convirtieron en mezquita, agregando posteriormente los
cuatro minaretes que hoy presenta, así como los medallones decorativos
interiores. En 1935 fue convertida en museo.
2. Análisis
formal
Planta:
Santa Sofía presenta
una planta basilical y de cruz griega inscrita en un rectángulo casi cuadrado.
Su planta es rectangular de doble nártex, algo típico del arte bizantino, de
tal manera que constituye un espacio centralizado divido en tres naves
separadas entre sí por columnas y pilares. Se puede apreciar el mayor
protagonismo de la nave central, dos veces más ancha que las laterales, que quedan en segundo lugar. En la nave central nos encontramos con otra
de las peculiaridades de Santa Sofía, la tribuna, en la que el monarca tiene su trono. En las laterales
destaca también la galería de arcos que horadan el muro, lo cual es posible al
no tener que contrarrestar las presiones
de la cúpula, gracias al sistema de contrarrestos.
Alzado:
El alzado de Santa Sofía está condicionado por su gigantesca
cúpula, que se apoya sobre cuatro machones que harán de contrafuertes en el
exterior y sobre los que se alzan las pechinas. El peso de la cúpula está
contrarrestado con semicúpulas cada vez más pequeñas y bajas creando un
perfecto equilibrio de tensiones contrapuestas con bobedajes en descenso.
Las columnas van a tener una función separativa de ambientes
y no puramente de sostención. Abundantes en la segunda planta, sirven para
separar las dos tribunas (mujeres y hombres) en las
que se colocaba el pueblo.
Cubierta:
La nave central se encuentra cubierta de una gran cúpula
hecha con materiales ligeros y dividida por nervios, presenta multitud de
ventanas (40) que permiten la entrada de
luz al edificio dando lugar a una sensación de ingravidez y elevación. En Santa Sofía contrasta enormemente el
distinto tratamiento que se le da al interior y al exterior del edificio; el
exterior es concebido como un ejemplo de equilibrio mientras que en el interior
la sensación es de completa irrealidad, dedicado a la divinidad.
Decoración:
Desgraciadamente gran parte de la decoración ha sido
destruida por los turcos, que eliminaron mosaicos, cegaron ventanas y añadieron
cuatro grandes medallones en los extremos con motivos epigráficos. Las paredes, de ladrillo,
originalmente estaban cubiertas por mosaicos de gran valor artístico,
geométricos que aportaban luces y sombras al conjunto, en cuanto al suelo y las partes bajas del alzado, se
utilizaron mármoles polícromos que conseguían, junto a lo dicho, a dar una
imagen de poder y magnificencia.
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martes, 3 de marzo de 2015
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