martes, 3 de marzo de 2015



Obra: Iglesia de Santa Sofía o de la Divina Sabiduría (Hagia Sofía)
Tipo: Arquitectura
Estilo: Bizantino
Época: Siglo VI, 532-537. Justiniano
Lugar: Constantinopla, actual Turquía
Autor: Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto         







1. Contexto Histórico
Santa Sofía se construyó entre los años 532 y 537, inmediatamente después de la destrucción de la primitiva basílica constantiniana debido a un incendio que brotó durante la llamada Insurrección de Nika, durante el reinado de Justiniano, en el periodo conocido como "Primera Edad de Oro".
La época de Justiniano, de impetuosa vida política, conquistas militares y reformas administrativas, vino acompañada también, por una intensa actividad constructora. Es la primera época dorada del arte bizantino, la más brillante, aunque no la más innovadora, debido a su carácter transitorio relacionado con el anterior periodo, de la cual se conservan una valiosa serie monumental ubicada en Constantinopla y Ravena, capital de la época.
Santa Sofía es una iglesia palatina construida junto al palacio imperial y como el emperador quería realizar una construcción eminentemente grandiosa con el fin de manifestar así su poder, mandó llamar a dos ingenieros especializados en construcciones militares porque se consideraba que así podría ejecutarse una obra con más innovaciones técnicas que si la dirigiese un arquitecto. Estos ingenieros fueron Isidoro de Mileto y Artemio de Tralles. Trabajaron en este edificio más de diez mil obreros y sabemos, que prácticamente todas las provincias del Imperio enviaron sus materiales más preciados para la decoración de esta iglesia. El elemento más grandioso es su gran cúpula, pero se hundió en torno al 550 y tuvo que ser reconstruida entre los años 558 y 562. Fue utilizada como iglesia cristiana durante casi mil años, desde su construcción hasta la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453. Los otomanos la convirtieron en mezquita, agregando posteriormente los cuatro minaretes que hoy presenta, así como los medallones decorativos interiores. En 1935 fue convertida en museo.

2. Análisis formal
Planta:
Santa Sofía  presenta una planta basilical y de cruz griega inscrita en un rectángulo casi cuadrado. Su planta es rectangular de doble nártex, algo típico del arte bizantino, de tal manera que constituye un espacio centralizado divido en tres naves separadas entre sí por columnas y pilares. Se puede apreciar el mayor protagonismo de la nave central, dos veces más ancha que  las laterales, que quedan en segundo lugar.  En la nave central nos encontramos con otra de las peculiaridades de Santa Sofía, la tribuna, en la que  el monarca tiene su trono. En las laterales destaca también la galería de arcos que horadan el muro, lo cual es posible al no tener que contrarrestar las presiones  de la cúpula, gracias al sistema de contrarrestos.

Alzado:
El alzado de Santa Sofía está condicionado por su gigantesca cúpula, que se apoya sobre cuatro machones que harán de contrafuertes en el exterior y sobre los que se alzan las pechinas. El peso de la cúpula está contrarrestado con semicúpulas cada vez más pequeñas y bajas creando un perfecto equilibrio de tensiones contrapuestas con bobedajes en descenso.
Las columnas van a tener una función separativa de ambientes y no puramente de sostención. Abundantes en la segunda planta, sirven para separar las dos tribunas (mujeres y hombres) en las que se colocaba el pueblo.

Cubierta:
La nave central se encuentra cubierta de una gran cúpula hecha con materiales ligeros y dividida por nervios, presenta multitud de ventanas (40)  que permiten la entrada de luz al edificio dando lugar a una sensación de ingravidez y elevación.  En Santa Sofía contrasta enormemente el distinto tratamiento que se le da al interior y al exterior del edificio; el exterior es concebido como un ejemplo de equilibrio mientras que en el interior la sensación es de completa irrealidad, dedicado a la divinidad.

 Decoración:
Desgraciadamente gran parte de la decoración ha sido destruida por los turcos, que eliminaron mosaicos, cegaron ventanas y añadieron cuatro grandes medallones en los extremos con motivos  epigráficos. Las paredes, de ladrillo, originalmente estaban cubiertas por mosaicos de gran valor artístico, geométricos que aportaban luces y sombras al conjunto, en cuanto al suelo y las partes bajas del alzado, se utilizaron mármoles polícromos que conseguían, junto a lo dicho, a dar una imagen de poder y magnificencia.

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