sábado, 2 de mayo de 2015

La raya verde

 



Título : La raya verde
Autor: Matisse
Fecha:1905

Estilo:Fauvismo
Material: Óleo sobre lienzo
Localización: Museo de las artes de Cophenage

 Contexto Histórico


El Fauvismo es uno de los movimientos del siglo XX, se caracteriza por ser estético y sentimental, por ser un estado de espíritu ligado a las circunstancias del momento. Se apega a la libertad total de la naturaleza. Es más expresiva que realista, plasmando primordialmente los colores. El artista fauve implanta una comunión con la naturaleza, uniendo el arte con la vida, y a su vez, rechazando cualquier tipo de convencionalismos. El artista es un Demiurgo, moldea, crea su obra a partir de un principio generador parecida a la naturaleza. El fauvismo no debe ser entendido como una liberación desordenada que rechaza todo tipo de disciplinas o como ignorante.
Otra característica del fauvismo es el gusto por el arte africano-negro y la influencia que este mismo tuvo en las obras. Este gusto por “lo otro”, encamina al fauvismo hacia una un ambiente cada vez más vanguardista.
Los artistas más destacados son: Henri Matisse, André Derain, Maurice Vlamink, Braque, Friesz, Rouault, Marquet, Dufy y van Dongen. Quien le dio el nombre de fauvismo a este movimiento, fue Louis Vauxcelles, en su crítica hecha en el Salón de Otoño de 1905, por causa de los violentos métodos que utilizaban los artistas anteriormente nombrados.

Análisis técnico-artístico

Se trata de un retrato de la esposa del pintor, que pone de manifiesto el uso arbitrario de los colores que defienden los “fauves”. Desde luego, no es el retrato tradicional que se espera que un pintor haga de su mujer. 
 Se caracteriza por la utilización de colores muy vivos, de una forma libre, sin que hayan de ser fieles al objeto representado, hecho que en esta obra queda resaltado en la banda de color verde que recorre la frente y la nariz de la mujer retratada. El dibujo es esquemático y geométrico, los colores fuertes y contrastados, además de arbitrarios, como vemos en el fondo de la composición, donde podemos observar cuatro zonas de color distintas y poco realistas. A penas existe protagonismo de la luz, y hay una total ausencia de perspectiva. El color es, indudablemente, el protagonista.
Es un retrato duro y colorista, la mujer seria y en posición de posar, ofreciendo un aspecto de tranquilidad y, al mismo tiempo, de tensión. La intención de Matisse al pintar este cuadro, no era reflejar el rostro de su mujer, sino reproducirlo tal y como él lo veía en la interioridad de su alma. Para el autor, lo importante era la sencillez y la claridad, sin olvidar lo principal, insisto: el color.


En cierta ocasión, una espectadora que visitaba una exposición dedicada a su obra, le recriminó, que una mujer que se exponía no se parecía a lo que trataba de representar, y él le respondió: “señora, no es una mujer, es un cuadro”. Creo que esta contestación nos puede dar una idea de cómo entendía la pintura, y la libertad que tenía el artista a la hora de representar la naturaleza.

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