sábado, 25 de abril de 2015
LA FRAGUA DE VULCANO - Velázquez
TÍTULO: La fragua de Vulcano.
AUTOR: Diego Velázquez
FECHA: 1630
ESTILO: Barroco
MATERIAL: Óleo sobre lienzo(223 x 290)
LOCALIZACIÓN:Museo del Prado, Madrid.
El arte Barroco surge en Roma, impulsado por los Papas, a finales del siglo XVI e inicios del XVII. Comprende básicamente, el siglo XVII y la primera mitad del XVIII.
La palabra "barroco" fue un término empleado por los comentaristas del S.XIX que combatieron las tendencias del XVII y desearon ridiculizarlas. La palabra parece derivar de barrueco, perla irregular, y se ha querido asociar a barroco, figura de un silogismo lógico de gran complejidad.
La situación europea del S.XVII puede resumirse como un conjunto de naciones entre las que se da una problemática que conduce al establecimiento de dos poderes: el poder real y el papal.
Desde el punto de vista formal, la pintura barroca se distingue por:
- Predominio del color sobre el dibujo.
- Profundidad continúa.
- Hegemonía de la luz.
- Composición asimétrica y atectónica.
- Movimiento. Con la composición atectónica, especialmente las diagonales.
La pintura barroca hispana significa de modo general el triunfo de una tendencia que privilegia el realismo, incluso en sus aspectos dolorosos y patéticos.
Diego Velázquez fue hijo primogénito de un hidalgo no demasiado rico perteneciente a una familia oriunda de Portugal, tal vez de O porto, aunque ya nacido en Sevilla, llamado Juan Rodríguez, y de Jerónima Velázquez, también mujer de abolengo pero escasa de patrimonio. A pesar de ser una familia numerosa recibió una educación esmerada en filosofía letras e idiomas, sin que por ello sus padres no le procuraran también las enseñanzas de su pasión: la pintura.
A los doce años inicia su aprendizaje en el taller de Francisco Pacheco. Entre 1617 y 1623 se desarrolla la etapa sevillana.En 1623 se traslada a Madrid donde obtiene el título de Pintor del Rey Felipe IV. En Italia pinta La Fragua de Vulcano y La Túnica de José, regresando a Madrid dos años después.La década de 1630 es de gran importancia para el pintor, que recibe interesantes encargos para el Palacio del Buen Retiro.Paralelamente a la carrera de pintor, Velázquez desarrollará una importante labor como cortesano,
obteniendo varios cargos: Ayudante de Cámara y Aposentador Mayor de Palacio. Esta carrera cortesana le restará tiempo a su faceta de pintor, lo que motiva que su producción artística sea, desgraciadamente,más limitada. En 1649 hace su segundo viaje a Italia. Regresa en 1651 a Madrid con obras de arte compradas para Felipe IV. Velázquez muere en Madrid el 6 de agosto de 1660, a la edad de 61 años.
ICONOGRAFÍA
Vulcano, el dios herrero, recibe en su fragua, mientras trabaja, la visita de Apolo, cubierto con una túnica amarilla y coronado por rayos de sol. El motivo de la visita es comunicar al herrero que su mujer, Venus, le ha sido infiel con Marte. Vulcano es el personaje que está más cerca de Apolo, con un paño blanco en la cabeza, y su rostro refleja el asombro y la sorpresa que le produce la noticia. En las manos lleva aún el martillo y las tenazas con el trozo de hierro candente que estaba forjando,quizá para las armas de Marte, el dios de la guerra. A Vulcano le acompañan en la fragua cuatro Cíclopes con el torso desnudo por el calor. También a ellos les ha sorprendido la noticia y sus expresiones lo demuestran. Todos llevan herramientas en las manos y todos interrumpen el trabajo por la aparición inesperada y la noticia del adulterio.
El escenario es la fragua, un interior que la tradición situaba en Sicilia, en las profundidades del monte Etna. Aquí aparecen todos los elementos propios de este trabajo: tenazas, yunques, martillos,trozos de hierro al rojo, espadas y armaduras. En la chimenea hay algunos objetos más, como la jarra blanca de loza, unos vasos y un candil. Detrás de Apolo, al fondo a la izquierda, se puede ver un pequeño paisaje.
El tema del cuadro, quizá sea el poder de la palabra.
PERSONAJES
Vulcano, el griego Hefaistos, hijo de Zeus y Hera, es el dios del fuego. De pequeño fue arrojado desde lo alto del monte Olimpo, por razones distintas según las tradiciones, y quedó cojo para siempre (de ahí la torsión en la espalda con que le pinta Velázquez). A pesar de su defecto físico estaba casado con Venus, la más hermosa y la más coqueta de las diosas. En tanto que señor del fuego, Vulcano lo era también de la metalurgia y fabricaba las armas de los mejores guerreros, como Aquiles o el propio Marte.
Apolo es uno de los doce dioses del Olimpo.Dios de la poesía, preside la asamblea de las nueve musas y lleva corona de laurel, como después los poetas. Se le identifica con el sol (Helios), que todo lo ve y en calidad de tal es como aparece en este cuadro.
Los Cíclopes, aquí hijos del Cielo y la Tierra, se muestran como forjadores y ayudantes de Vulcano, trabajando en una armadura cuyo destinatario no se conoce.
TÉCNICA
Velázquez pinta este cuadro, sin encargo previo y por voluntad propia, lo cual es importante. En los dos casos se trata de una pintura de historia mitológica. Este tipo de pinturas se consideraban las más importantes de todas porque requerían conocimientos de historia, literatura, composición... por parte del pintor y no sólo buena mano o habilidad para copiar. Del mismo modo se ajusta también a la tradición clasicista por la importancia que concede al desnudo, uno de los puntales de los estudios académicos. Los cíclopes, colocados en diferentes posturas y con el torso desnudo, le sirven para hacer una galería de personajes, posturas y actitudes, un alarde de estudios anatómicos y de fisionomías.
La Fragua de Vulcano supone un punto de inflexión en la pintura de Velázquez, tanto por el tema como por la técnica. Técnicamente crea un espacio tridimensional en el que las figuras se mueven con holgura, formando un círculo en torno al yunque. La gama de colores es aquí, más fría que en las obras anteriores; la luz ha abandonado por completo los juegos de claroscuro y baña la estancia de manera mucho más matizada y difuminada. El foco de luz principal se encuentra en torno al dios Apolo, no sólo por la que entra de la izquierda sino también por la aureola y la ventana de atrás. El segundo foco de luz,
entre los dos cíclopes, pierde importancia al quedar un tanto apagado por el martillo que nos tapa parte del resplandor.
La mayor riqueza de colores se concentra en la figura de Apolo, poniendo un contrapunto a los tonos marrones del resto del cuadro: azul en el paisaje, verde en la corona de laurel, mostaza en el manto y azul en las sandalias.
La pincelada es ahora más suelta, más ligera, menos empastada y más fluida. Las capas de pintura no son tan opacas como en la etapa sevillana. Los fondos se hacen con una capa muy ligera de pintura y el paisaje está resuelto con muy pocas pinceladas sobre el tono de base, que se transparenta en algunos lugares.
El manto de Apolo es la zona que presenta empastes más gruesos, mientras las telas de los cíclopes están hechas con la pintura muy diluida. Para destacar determinadas partes por la luz, como los ojos, los brillos de la armadura y los objetos metálicos, la panza de la jarra, la uña del cíclope de la derecha o las chispas que saltan del fuego, Velázquez toca con blanco, en algunos casos con un toque mínimo.
Como es habitual en el modo de hacer del pintor, unas figuras o unos objetos se superponen a otros: es el caso aquí del yunque, pintado sobre la túnica de Apolo, tapando su pie izquierdo, posiblemente para llevar la figura hacia atrás.
Velázquez, también según su forma de trabajar, fue modificando la obra a medida que la pintaba, quitando y poniendo cosas o cambiando posturas y gestos. Por ejemplo, al cíclope
agachado en primer plano le ha dado un aire más serio y adulto del que tenía en la primera realización. El cíclope del fondo queda desdibujado a causa de la distancia y de un modo que será cada vez más frecuente en la pintura de Velázquez.
Velázquez, también aquí, como en sus otras pinturas mitológicas, trae el mito a la vida cotidiana y sustituye a los cíclopes de un solo ojo en la frente, igual que Polifemo, por cuatro contemporáneos suyos.
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